Desde mi mundo quieto, observaba como las nubes se movían en el cielo como caracoles en las plantas. Parecía un azul resbaladizo por el que deslizaban algodones impasibles y mecidos por la brisa. Los árboles agitaban levemente sus ramas y, con un verde de esperanza le decían adiós,
hasta pronto, que tengas suerte.
Y los pájaros tristes, no querían abandonar las nubes y volaban y volabanqueriendo acompañarlas en su viaje pero a sabiendas de que no podrían alcanzar su destino por mucho que lo intentaran y,
entonces, cuando el cansancio las abatía, a sus alas, se quedaban a reposar en los árboles y a hacerse compañía mútuamente.
4 comentarios:
Nunca me gustaron las despedidas, ni el pájaro que alza el vuelo para irse lejos de mi ventana.
Besos de suaves caricias
Que lindurita. Al mismo tiempo nostálgico y triste. Lo bueno es que se quedaban juntos haciéndose compañía tras el cansancio.
Un besito Niño del Espejo.
No has llegado a mi pluma. Es un reclamo. Grrrr. Nos vemos un abracito.
Muy inspirado tu fragmento. A veces sólo hay que abrir los ojos (de la cara, del corazón) para encontrar alivio y belleza a tu lado.
Un abrazo.
Y si triste, pero tiernamente contado igual y las despedidas a veces se hacen indispensables aunque no nos gusten o nos lleguen a matar del dolor y se apoderen de nosotros solo esos recuerdos que no podra arrancarnos eso si, nigun atardecer por mas hermoso que sea.
Un abrazo con mi cariño como siempre.
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