martes, 20 de octubre de 2009

Residentes de la imaginación

El sufrimiento le lastraba y no la dejaba liberarse. Mantenía tensos todos los músculos de su cuerpo. Agarrotada, caminaba desde hacía demasiado tiempo de la mano de la tristeza. Comenzaba a ser consciente de que eso debía cambiar. Pero cómo hacerlo, quién le mostraría el camino de la verdad, el del amor que anhelaba, el de permitirse sentir sin más, el de poder relajar todos sus músculos de una vez por todas. Realizar al fin un brindis a la vida.
Trataba de mirar intensamente intentando recuperar el recuerdo de la niñez. Aún peleaba internamente y esperaba la ayuda externa, un pequeño empujoncito que le certificara y aprobara la decisión correcta y de esa forma, sentirse segura.
Fue bajo el calor de un beso y la intensidad de un abrazo que el aire transformó sus sentidos y ocurrió el milagro.
Buscó piezas de museo, reliquias perdidas y olvidadas, cosas ocultas. Y trató de borrar el sentimiento de ...
Mientras, se repetía: relájate
(*)